Retrato de un aún joven Kant
Kant suele ser considerado uno de los autores más complejos de la historia de la filosofía. Dado el momento del todo fundamental en que su pensamiento se desarrolla, amén de sus extensas y sistemáticas obras en las que lleva a cabo una enjundiosa crítica a la metafísica, sin parangón en el devenir de la historia del pensamiento hasta sus días, la figura del egregio regiomontano es tenida por los legos en la materia como producto de un sesudo trabajo intelectual que no está al alcance de cualquier lector. Sin embargo, es también poco conocida la faceta kantiana de presentar sus ideas en bocetos (casi pentimentos) de escasa extensión, en los que expone sus ideas de manera “clara y distinta” -al decir de Descartes-, con un grado de precisión y de concisión poco usuales en filosofía.
Fruto de esta necesidad de pulcritud y brevedad, Kant redacta en 1770 la conocida como “Dissertatio”, cuyo título completo, De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis, compone un texto en el que nuestro protagonista anticipa su teoría del espacio y del tiempo como formas a priori de la sensibilidad, aquí esbozada, y desarrollada por completo en la “Estética trascendental”, recogida en el más famoso texto kantiano, la Crítica de la razón pura. Para su completo estudio, la editorial Encuentroha publicado la “Dissertatio” en una fabulosa edición bilingüe (la obra se escribió originalmente, como era costumbre, en latín) que hará las delicias de cualquier estudioso kantiano y de cualquier lector curioso que quiera acercarse al taller más íntimo donde la filosofía del pensador de Königsberg se lleva a cabo. En este sentido, como apunta el propio Kant en el último epígrafe de este pequeño tratado, un único propósito fundamental encierra esta obra que, en general, ha de funcionar como norma de todo aquel que se toma en serio el pensamiento como acción genuinamente humana:
… la predilección por la unidad, propia del espíritu filosófico, y de la cual ha dimanado este canon tan difundido: no se han de multiplicar los principios sin necesidad; al cual nos adherimos, no porque conozcamos por razón o por experiencia la unidad causal del mundo, sino que inquirimos esta misma por el impulso del intelecto, al cual le parece haber progresado en la explicación tanto cuanto le es dado descender a muchas cosas fundadas a partir de un principio único.
El concepto de espacio no es abstraído de las sensaciones externas. […] El concepto de espacio es una representación singular, que comprende en sí todo, no una noción abstracta y común que contiene todo debajo de sí. […] Por consiguiente, el concepto de espacio es una intuición pura, la forma fundamental de toda sensación externa.
Un escrito del todo fundamental para entender las pretensiones del más joven Kant, en el que intenta restringir y asegurar el libre ejercicio de la razón, prescindiendo de cualquier pretensión que trascienda las posibilidades del conocimiento sensible. Por ello, es propósito fundamental de la “Dissertatio” establecer “con el mayor rigor la distinción entre sensibilidad e intelecto, o mejor entre razón senciente y razón pura y abstracta, y, a su vez, la distinción de sus respectivos objetos”. Un librito esencial, una oportunidad única para estudiar el ahínco de Kant por constituir una metafísica orgullosa de sí misma, más que por lo que conoce, por lo que se abstiene de querer conocer. Imprescindible.
La filosofía que contiene los primeros principios del uso del intelecto puro es la metafísica. Es propedéutica para esta ciencia la que enseña la diferencia entre el conocimiento sensible y el intelectual.Por: Carlos Javier González Serrano
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